Cuando se anuncio una nueva película de Indiana Jones, como todo fan de la saga, de la que no sabría con cual quedarme aunque, por ser la que tiene un enemigo diferente me decantaría por Indiana Jones y el templo maldito, acogí con ganas la noticia; pero como suele pasar al final con estas noticias que te ilusionan, acaban decepcionando. Tal como dijo Spielberg, el personaje era suyo y terminaba la saga como quería, pero se esperaba un final más digno de uno de los grandes personajes del mundo del celuloide, no los que nos mostró.
Unos cuantos años después de terminar la II Guerra Mundial y en plena Guerra Fría, nos encontramos con unos nuevos enemigos, los soviéticos, capitaneados por la coronel Irina Spalko (Cate Blanchet) andan detrás de un artefacto, que resulta ser la calavera del alienígena que se estrello en Roswell que se encuentra guardado dentro de una super secreta instalación militar americana en el desierto de Nevada (¿Área 51?).. A partir de este momento descubriremos un hijo de Indiana (insoportable Shia LaBoeuf y con este tipo de papeles me cae todavía peor) fruto de su relación con Marion (Karen Allen), uniéndose para encontrar salvar a Marion y al viejo amigo de Indy, el profesor Oxley (John Hurt), el único capaz de desvelar el misterio del cráneo extraterrestre.
En esta película se da un guiño a la inicial de la saga, ya que en la nave de la base americana, se observa un plano del Arca de la Alianza, lo que hace que uno esboce una sonrisa al verla. Así mismo nos enseña que, si queremos escapar de una explosión nuclear, la mejor manera es meternos en un frigorífico, y aunque no pares de dar botes sales casi sin rasguños.
Pese a contar con grandes actores, dentro de los cuales no meto a Shia LaBoeuf, la historia deja mucho que desear, y un personaje como el Doctor Henry Jones Jr. no se merecía tal final bochornoso, a mi modo de ver, y debería haberse dejado en la tercera entrega, Indiana Jones y la Última Cruzada.
Unos cuantos años después de terminar la II Guerra Mundial y en plena Guerra Fría, nos encontramos con unos nuevos enemigos, los soviéticos, capitaneados por la coronel Irina Spalko (Cate Blanchet) andan detrás de un artefacto, que resulta ser la calavera del alienígena que se estrello en Roswell que se encuentra guardado dentro de una super secreta instalación militar americana en el desierto de Nevada (¿Área 51?).. A partir de este momento descubriremos un hijo de Indiana (insoportable Shia LaBoeuf y con este tipo de papeles me cae todavía peor) fruto de su relación con Marion (Karen Allen), uniéndose para encontrar salvar a Marion y al viejo amigo de Indy, el profesor Oxley (John Hurt), el único capaz de desvelar el misterio del cráneo extraterrestre.
En esta película se da un guiño a la inicial de la saga, ya que en la nave de la base americana, se observa un plano del Arca de la Alianza, lo que hace que uno esboce una sonrisa al verla. Así mismo nos enseña que, si queremos escapar de una explosión nuclear, la mejor manera es meternos en un frigorífico, y aunque no pares de dar botes sales casi sin rasguños.
Pese a contar con grandes actores, dentro de los cuales no meto a Shia LaBoeuf, la historia deja mucho que desear, y un personaje como el Doctor Henry Jones Jr. no se merecía tal final bochornoso, a mi modo de ver, y debería haberse dejado en la tercera entrega, Indiana Jones y la Última Cruzada.